Artista visual, escultor y restaurador nacido el 30 de marzo de 1963 en Caracas, Venezuela. Con una trayectoria de más de 35 años, dio sus primeros pasos en el arte trabajando durante cinco años en el taller del maestro Carlos Cruz Diez.

Su formación se inició con cursos en la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas, hasta realizar estudios superiores de Arte en la Universidad Metropolitana de Caracas. Ha continuado su formación profesional realizando talleres y cursos en empresas como Dupont, Axalta y Sherwin Williams que le han permitido mejorar su técnica. Durante seis años fue colaborador editorial y asesor de la Revista de Arte “Artefacto Internacional”.

Ha participado en numerosas exposiciones nacionales e internacionales en Venezuela, Italia, Panamá y Estados Unidos. Asimismo, ha sido seleccionado para exhibir su trabajo en reconocidas ferias, bienales y salones, entre las que se encuentran: La Bienal Nacional de Artes Plásticas de Puerto La Cruz y del estado Anzoátegui, El Salón Alejandro Otero, El Salón Nacional de Arte Aragua, La Feria Internacional de Arte FIA, El Salón Arturo Michelena, La Feria Internacional Scope Miami Beach Pavillion, La Feria de Arte Contemporáneo Mac/Portable, Ateneo de Maracaibo, El Caracas Design Week, entre otros.

Su trabajo ha sido reconocido por las empresas Hugh Development, Forbes Global Properties, Prímula Express Venezuela y Nestlé Suiza. Diarios y revistas de Arte especializadas como, “Papel Literario” El Nacional, Art Nexus y Artefacto Internacional han realizado publicaciones sobre la obra del escultor.

Declaración del artista

Una de mis investigaciones actuales, se orienta objetivamente dentro del giro etnográfico-geográfico, y está relacionada con cuestionamientos vinculados a la identidad entre personas y lugares, en un mundo globalizado. En este contexto, la “distancia” cuestionada y puesta en duda, permite que la diferencia y la “otredad” adquieran todo su sentido.

El planteamiento principal al iniciar en especial, este proyecto de las serpentinas, era precisar un “objeto” de la cultura propia de mi país, que fuese capaz de generar y plantear tanto dentro y fuera de la geografia propia, aspectos tales como la afinidad, el vínculo, la unión, la alegría, la festividad, la memoria y toda una serie de recuerdos e imágenes depositadas en el inconsciente.

Ya precisado el “objeto”, en este caso la Serpentina, se hacía evidente como opera sobre la psique del espectador, un objeto que, ya descontextualizado, es capaz de colocar al espectador en una situación reflexiva cargada de recuerdos, emociones, momentos, relación, proceso, consecuencia, afectos y sentido.